Supremo consejo grado 33°
del Rito Escoces Antiguo y Aceptado
para la Republica Argentina.
Supremo consejo grado 33°
del Rito Escoces Antiguo y Aceptado
para la Republica Argentina.
Por qué el Escocismo?
El Escocismo es un medio para alcanzar el estado de
sabiduría, a través de la vía iniciática en su
momento esotérico, que satisface el conocimiento racional, y que
nos lleva desde el nigredo personal de la coincidencia entre nuestro yo
y nuestro cuerpo, hasta el rubedo de nosotros mismos, a través del
albedo, donde comienza nuestra Aurora (nuestra Aurea Hora). N. L. H.
Somos discípulos de una escuela iniciática, la última,
en orden de tiempo, en occidente, una escuela que no posee boletines de
calificaciones, no ofrece carreras cortas ni ganancias lucrativas, sino
que es una Institución que introduce a los que son parte de ella en
los niveles de conocimiento más elevados, hasta el punto en que el
mundo real se torna pletórico de nuevos significados, significados
que, en la realidad de todos, existen pero están ocultos de
aquellos que no tienen ojos para verlos y oídos
para oírlos, o todavía no son capaces de usar
completamente tales sentidos.
Pensar acerca del sentido y misión del Rito Escocés
Antiguo y Aceptado es analizar su filosofía y la forma de aplicar y
proyectar su rica esencia en la Sociedad Contemporánea.
El nuestro, es un Rito tradicional iniciático basado en tres
elementos donde armonizan el Humanismo, la Libertad y el Espiritualismo,
asentadas estas tres columnas fundamentales que lo sostienen, sobre una
profunda fraternidad.
La vocación espiritual del Rito Escocés Antiguo y Aceptado
nos conduce a un humanismo filantrópico, pues el rito permite, que
una alianza de hombres libres trabaje para el progreso espiritual, moral,
intelectual y material de la Humanidad.
Y tras lo que es aparente, emana la búsqueda de la verdad de
donde emerge la espiritualidad, trabajando en cada reunión con los
valores que tienden hacia lo infinito, lo sagrado; el camino personal
hacia lo Bueno, lo Bello y lo Verdadero. En definitiva, la búsqueda
misma de la Palabra perdida.
Grande es la fuerza psicológica de sus Rituales, que logra
interrumpir el automatismo de la vida cotidiana; y nos empuja hacia gestos
y actos que, no condicionados por una utilidad material, nos ayudan a
sumergirnos en pensamientos superiores; y nos arranca de la rutina diaria
para introducirnos en una atmósfera completamente nueva y
transparente, que predispone al alma a la trascendencia. Cada símbolo
habla. Si racionalmente, no puede ser 3 entendido, es porque el lenguaje
es el del mundo interior, el que solo puede ser intuido, el lenguaje del
corazón.
La invocación al Gran Arquitecto del Universo se eleva en un
sentimiento que tiende hacia algo más allá de lo humano,
transforma el templo en un espacio sagrado. No es un rezo pero prepara
para un estado de receptividad interior.
A lo largo de nuestra historia, la mayoría de las ideologías
religiosas, filosóficas y políticas han evidenciado sus
limitaciones y fracasos. El Escocismo es tolerante, espiritualista y
humanista, universalista y unificador, y ofrece a sus miembros las
herramientas de búsqueda para una vía de realización
personal y colectiva.
La elevación espiritual en el R.E.A.A. se alcanza gradualmente: hasta
que hayas avanzado un paso, el resto permanecerá oculto,
o hasta que la teoría de un estadío se te ha
vuelto práctica, la siguiente etapa no se te revelará.
Ya que mientras no utilicemos la luz que nos ha sido concedida,
no obtendremos mayor iluminación.
Por lo que el Escocismo considera de fundamental importancia todo
objetivo de desarrollo que esté fundamentado en la Docencia de sus
grados y como transmitir, de la mejor manera posible, el contenido iniciático,
ritualístico y filosófico de la Masonería.
No basta con intentar conservar la Tradición, vanagloriándose
de su importancia, es necesario encontrar aquellos valores que,
precisamente por haber pasado siglos de comprobación, no solo
transformen nuestro interior sino que se pueda trasladar el resultado de
nuestro trabajo al mundo profano.
El Rito nos plantea como objetivo fundamental la respuesta que el
Escocismo es capaz de dar a los problemas actuales de la humanidad y su
eje fundamental para concretarlo se basa en sus estructuras de docencia
gradual, es decir que lo fundamental es saber enseñar
como enseñar, o lo que es lo mismo, formar a
los que luego deben formar.
Sus altos grados, que en nuestro país preserva, transmite y
administra el Supremo Consejo del Grado 33 y último del Rito Escocés
Antiguo y Aceptado para la República Argentina, no solo constituyen
un camino iniciático progresivo, sino también una escuela de
pensamiento, de moral y de ciudadanía. Por eso, a la Alta Masonería
Escocesa se la conoce como masonería filosófica o
filosofismo. Todos y cada uno de los rituales de los sucesivos
grados de esa riquísima escala, nos están ofreciendo ese
doble plano de trabajo y perfeccionamiento personal. En el plano iniciático,
las propuestas de estudio y la transmisión de un conocimiento
atemporal y trascendente la hallaremos en su simbolismo, alegorías
y leyendas. En el plano filosófico, el cometido del grado. La
exigencia al masón como ciudadano, para que nuestra propuesta teórica
y nuestra praxis ciudadana constituyan un referente ético 4 para la
sociedad actual. Y de la dialéctica entre ambos planos es de donde
nace la auténtica esencia del R.E.A.A., donde se posibilita la
sinergia más propia de la orden.
En nuestra escuela, no hay maestros. De hecho, nadie puede enseñar
nada excepto lo que duerme en la propia conciencia. Nadie invita a nadie a
entrar en la morada de su conocimiento, sino que lo guía hasta el
umbral de su mente, porque la visión de un hombre no le
presta alas a otro hombre.
No hay discípulos en nuestra escuela, sólo hermanos que se
comprometen en ayudarse a sí mismos en la búsqueda de lo más
noble que puede estar dentro de cada uno de nosotros, con la esperanza de
sacar esa chispa divina que se esconde en nuestro interior más
profundo. Nuestro juramento nos compromete a transferir al mundo profano
los resultados de nuestra investigación interna, dirigida a una
dimensión humana más elevada y al mismo tiempo que nos prohíbe
traer a nuestra institución esos vicios e iniquidades que a menudo
manchan la vida cotidiana.
Finalmente no hay aulas en nuestra escuela, porque la única aula
es todo el universo. El templo en el que nos congregamos no ocupa un
espacio físico, en un tiempo cronológicamente determinado,
sino que se constituye como un simple punto intangible, en el que son el
hogar de aquellos principios eternos e inmutables a los que tratamos de
acercarnos y para los cuales los términos del espacio y el tiempo
no tienen sentido. Hay, en cambio, en nuestra escuela un instrumento
esencial, fundamental, del cual la masonería se sirve para llevar
adelante el proceso de elevación espiritual individual: el símbolo,
entendiendo con este término no sólo las imágenes
representadas o los objetos que tenemos en el templo, sino también
los gestos que realizamos, las expresiones que pronunciamos y los
elementos constitutivos del ritual.
El hombre completo que propone el R.E.A.A. es aquel
que logra atender, desarrollar y equilibrar tanto su dimensión
espiritual y trascendente como su plano ciudadano, político y
moral. Nos propone un camino hacia la perfección y una filosofía
llevada a cabo en acción; espiritualidad y humanidad, pensamiento y
acción, teoría y praxis.
El R.E.A.A. constituye la verdadera historia, no otra historia
o una segunda historia. Es la verdadera historia del
Animus-Anima de la Humanidad y por lo tanto el espíritu
se atreverá a volar en el infinito consciente de su fuerza,
recorriendo ese camino que va hacia todos lados, y
eventualmente vislumbrará las yeguas de Parménides que lo
conducirán a la Luz.