Anacarsis Lanús había nacido en Concepción
del Uruguay un 14 de noviembre de 1820, y desde muy joven se mostró
diferente a los hombres de su época, había castellanizado su
apellido paterno del francés Lanusse, y su visión de las
cosas que lo rodeaban estaban más allá del tiempo que le tocó
vivir.
Eso, seguramente era eso, porque es en definitiva lo que hace
diferentes a las personas. Dedicó singular atención a la cría
de caballos de carrera, siendo el primer argentino que importó
sementales para mejorar sus planteles, su establecimiento agropecuario era
modelo en su género, Fue gran amigo de Alberdi a quien asesoró
en el establecimiento de colonias en Entre Ríos y de Mitre, a quien
apoyó financieramente siendo co-fundador del diario "La Nación".
Entre las diversas gestiones que realizó al respecto fue encabezar
una gran suscripción entre sus "hermanos" masones.
Iniciado en la Logia Unión del Plata N° 1, un 29 de setiembre
de 1856 tuvo una destacada labor en la Orden, siendo el encargado de
recaudar fondos para las comisiones masónicas de ayuda contra las víctimas
del cólera y la fiebre amarilla, eslabón fundamental de la
comisión para la construcción del Palacio Cangallo, y además
integró el Supremo Consejo del Grado 33.
Su acercamiento
a los "los Porteños" después de la Batalla de
Caseros, en el partido de Bartolomé Mitre y su participación
en la revolución del 11 de septiembre de 1852, que significó
la reacción de la provincia de Buenos Aires contra las condiciones
políticas impuestas por el predominio de Justo José de
Urquiza después de triunfar en Caseros, fue muy resistida en Entre
Ríos, además de ser principal proveedor del Ejército
Argentino durante la rebelión jordanista iniciada en 1870.
Era
un Entrerriano del lado de Buenos Aires.
Justo José (el
nuestro) había sido iniciado un 15 de diciembre, pero en ese
momento ni él sabía que sería Justo José.
Recibí la invitación a su iniciación, invitación
que acepté inmediatamente. La ceremonia fue solemne, cargada de un
alto contenido masónico. A su término compartimos el ágape.
No todos asistimos a la iniciación de Justo José y nos
sentamos a su lado en la mesa, además de estar rodeado de otros
entrerrianos. Jorge es mi nombre, querido Hermano... me dijo.
La
masonería había llegado a Concepción del Uruguay,
pero nadie se había percatado. Alertadas las Altas Autoridades de
mis actividades en la ciudad y siendo Consejero de la Orden, el mandato
del Muy Respetable no tardó en llegar: "hacete cargo de
Concepción del Uruguay, hay tres o cuatro aprendices que más
allá de las visitas y el enorme trabajo previo de Ilustres Hermanos
están iniciados hace tiempo y les hace falta trabajar". Era
Enero de 2004.
Y esos tres o cuatro hermanos trabajaron y trabajaron
mucho, en poco tiempo se transformaron en las primeras siete abejas
fundadoras, y luego más, se habían transformado en varios
obreros que ya conocían el Arte, y más aún, ya querían
ser parte de la "Gran Obra" querían gritar fuerte "ya
estamos listos", pero no tenían casa, no tenían
oficiales y seguían siendo Triángulo.
Las Altas
Autoridades sorprendidas por los comentarios sobre ese grupo de hermanos
se dijeron así mismas, "hay que levantar columnas" y
prontamente organizaron la reunión para el anuncio. Parecía
una operación sencilla, pero se equivocaron. Si pensaban que
impondrían a ese grupo de masones "oficialidad" injertada
de otra tierra, y éstos lo aceptarían mansamente como bálsamo
a sus ansias, estaban locos. Alguien les había inculcado desde el
primer día acerca del valor de la independencia de la Logia, fue
entonces que en un quincho de la calle Jordana se produjo el "segundo
Pronunciamiento" y fue nada menos que Justo José quien tomó
la palabra ante la mirada atónita de las Altas Autoridades y dijo: "esperaremos
el tiempo que sea necesario, el día que la Jorge Washington levante
sus columnas lo hará con oficialidad propia". El silencio podía
oírse, las miradas de las Autoridades buscaron al representante de
la Gran Logia en la ciudad, su silencio decretaba el acto fallido de los
enviados de Buenos Aires.
Era un Bonaerense del lado de Entre Ríos.
Restaba esperar, sólo un poco más a que los
uruguayenses, mayoría de aprendices y compañeros, por fin
recurrieran a Buenos Aires solicitando su ayuda para el levantamiento de
columnas. Pero eso nunca sucedió, porque al proyecto de recuperación
del Templo Histórico, se sumó la iniciación de nuevos
miembros, porque creció en calidad, porque lograron la consagración
de un templo temporario donde levantar comunas y porque el compromiso
asumido por esos masones en enero 2004 se hizo Logia en octubre de 2005,
con oficialidad propia. Si hasta fue la primer logia de Provincia en
organizar la Cena de Solsticio en el Palacio Cangallo.
¿Habrá
visitado Anacarsis a la Jorge Washington alguna vez en su vida?, ¿se
habrá encontrado con Justo José, el otro, en Unión
del Plata N° 1, de la que era miembro de Honor?, esas historias se
perderán para siempre en la noche de los tiempos, ya no serán
recreadas, ahora la historia de los masones de Concepción del
Uruguay comienza a escribirse nuevamente, y contarán seguramente
nuevas historias que enriquecerán cada día más a la
Jorge Washington, historias que quedarán reflejadas en la actas de
la logia, y en el recuerdo de las "primeras abejas" como las que
cuentan los inicios del Triángulo, que con ansias de progreso
trabajaron seriamente como Logia, o mejor, trazaban celosamente la bitácora
de todo lo que sucedía en sus primeras actas fundacionales.
Anacarsis
tuvo "su lugar en el mundo", lugar que eligió para dar
tanto, lugar donde pasó a decorar el Oriente Eterno. Tal vez
aproveche ahora para trabajar con los otros fantasmas del Templo Histórico,
jueves tras jueves, con el derecho de ser masón y la excusa de
visitar su "Uruguay" natal. Después de todo, desde el
primer día tiene quien lo lleve, todas las semanas, solo tiene que
entrar y acomodarse cuando el auto para en algún semáforo de
Lanús.
El Sur de Anacarsis